31 jul 2010

EL TRANSFUGUISMO POLÍTICO

En los últimos años miles de militantes de diferentes partidos políticos cambiaron de camiseta política, cual fuga masiva en busca del botín perdido, un fenómeno nunca antes visto en el país, renunciaron en masa a sus agrupaciones originarias que los llevaron al poder y, aunque la mayoría carece aún de un proyecto político concreto que los cobije, se niegan a ser reconocidos como tránsfugas.

Según el diccionario de la Real Academia Española, sí son tránsfugas porque más que renunciar a una ideología —que no sabemos si en realidad poseen— han pasado de la noche a la mañana a pertenecer a una colectividad partidaria diferente a la original. Desde la ciencia política, sin embargo, han cambiado de tienda aunque todavía no sabemos para qué: ¿para beneficiar a un contrincante de su partido original o para asegurarse, a como dé lugar, una reelección?

Sin duda, cualquier político goza del derecho constitucional de mantener reserva sobre sus convicciones y, por lo tanto, a cambiar de opinión y de postura política, sobre todo si ello significa atender mejor las demandas de sus votantes. No obstante, lo cuestionable de este inusual éxodo es si favorece la democracia, la gobernabilidad y la institución partidaria o, por el contrario, las debilita frente al país y la ciudadanía.

Y es que esta suerte de “acomodo”, ad portas de tres procesos electorales (municipal, regional y nacional), no solo revela a políticos capaces de traicionar y abandonar sus agrupaciones —“tradicionales”, como decían Fujimori y Montesinos—, sino también a alcaldes, regidores y otras autoridades públicas ansiosos por mantenerse en el poder, incluso al amparo de una nueva cabeza con credenciales democráticas de dudosa procedencia.

Tal vez un profesional del psicoanálisis podría explicarnos con lucidez las razones que llevan a estos políticos, aparentemente obnubilados por el poder, a abandonar la casa paterna tirando la puerta.

Más allá de ello, lo que el ciudadano no entiende es por qué militantes antiguos de partidos con trayectoria, ideario y una función política reconocida en tiempo no contribuyen a la modernización de esas agrupaciones y del propio sistema partidario. Después de todo, como reconocen los más destacados científicos sociales, los partidos políticos son la base de la democracia, el centro de los procesos políticos y voceros principales de una sociedad a la que deben legitimar y ayudar a crecer como colectividad participativa y plural. Por eso, las democracias más consolidadas no tienen elecciones donde participan 30 o 40 listas como en el Perú, sino entre dos y cinco partidos fuertes, con cuadros y credenciales.

No se puede desconocer que desde hace décadas la representación política está en crisis, en gran parte por culpa de partidos que han privilegiado más los intereses de los miembros de la organización que las demandas del electorado. Sin embargo, aquellos militantes que recurren al fácil expediente de abandonar el barco, no se distancian mucho de ese modus operandi.

En principio, los alcaldes y otras autoridades que han hecho una buena gestión, que son eficientes y honrados, en beneficio del interés de sus conciudadanos no tendrían por qué renunciar a sus tiendas políticas originales. ¿Acaso hay afán crematístico más que vocación de servicio? ¿O es que creen que los gobiernos, en cualquiera de sus niveles, son un negocio en el que deben buscarse nuevos accionistas cada cierto tiempo? ¿Se van detrás de un nuevo sustento político o ideológico; de una perspectiva diferente sobre lo que debe ser el país, la región o la comuna?

Estas preguntas no han sido contestadas aún por los nuevos tránsfugas de la política que hoy aparecen como los discípulos del autócrata que entre 1990 y el 2000 gobernó nuestro país y que al cabo de una década desarrolló tres o cuatro partidos; también cambió de partido, como quien muda camiseta.

En efecto, los 90 fue la década de mayor expresión del transfuguismo que produjo réditos políticos y electorales al fujimorismo, los grandes perdedores fueron los partidos tradicionales que no lograron engancharse a los nuevos tiempos, menos sintonizar los vientos de cambio.

La falta de una Ley de partidos políticos que controle y sancione el transfuguismo, da luz verde a los políticos cambiar de chaqueta para no perder vigencia y de ascender política, social y económicamente, constituyéndose así en una cultura política que no favorece la democracia y la gobernabilidad.

25 jul 2010

GARCIA Y SUS AÑOS PISTOLEROS

La imagen que evocan sus bufalescos años mozos.

Después de su retorno de España, el actual presidente reapareció en la etapa previa a la instalación de la Asamblea Constituyente (1978) que marcó el fin de 12 años de gobierno militar en el Perú y una nueva Constitución (1979). Ya convertido en un ducho político sostuvo una polémica de dos horas con Diez Canseco en un programa televisivo, recordó el ex legislador.

El presidente Alan García, quien observó la ley del voto universal en las Universidades advirtiendo un peligro de politización, en su época de alumno de la Universidad Católica participaba en los debates portando un maletín en el que guardaba una pistola y un cartucho recortado de dinamita, recordó el ex senador izquierdista Javier Diez Canseco.

García mostraba esas armas a sus adversarios, haciendo gala de que podía utilizar la fuerza si el caso lo requería, recordó Diez Canseco, quien también estudió en la referida Universidad privada y dijo ser testigo directo del comportamiento del actual mandatario. Recordó a García como un sujeto delgado y de enormes patillas, y activista aprista poco destacado.

A diferencia del actual candidato aprista a la alcaldía limeña, Carlos Roca, quien era conocido por ciertas dotes intelectuales, García exhibía una actitud matonesca y agresiva y no demostraba capacidad ni proyección ideológica, según el ex legislador izquierdista.

Roca era en ese entonces el más importante dirigente aprista de la Universidad Católica, centro que vivía un momento de intensa actividad política a fines de los 70’, con dos corrientes enfrentadas: izquierdistas y socialcristianos que tenían en el ex ministro de Trabajo, Carlos Blancas, a su máximo dirigente.

La Federación Universitaria de la Católica estaba acéfala ese año, encabezada por una junta interina y con una asamblea de delegados de las facultades. El actual presidente García participaba, con maletín en mano, de esas reuniones, tratando de infundir temor en quienes diferían de las ideas de su partido.

Inspirado por el “Búfalo”

Diez Canseco añadió que el comportamiento de García, en esos momentos, coincidía totalmente con el accionar de Arturo Pacheco Girón, conocido como “Búfalo Pacheco”, tristemente célebre personaje vinculado al partido de Haya de la Torre, quien operaba, recordó, en distintas Universidades del país disolviendo a fuerza de cachiporrazos y golpes las reuniones de los grupos de izquierda.

Inclusive, rememoró, existía el grave antecedente de que en 1967 asaltó violentamente la facultad de derecho de la Universidad de San Marcos, con el saldo de un estudiante muerto por arma de fuego.

“Evidentemente, García expresaba esa corriente que desarrollaba el ‘Búfalo Pacheco’, pero más moderada en la Universidad Católica”, añadió. “Es totalmente contradictorio que ahora, ese mismo García venga a decir que es necesario despolitizar las Universidades, cuando él desarrolló una intensa vida política, pero en la peor de sus formas, de manera matonesca y degradada, en su paso por la Universidad”, consideró el ex senador.
Escribe: Esvieta Topovich

LA CODICIA DEL APROFUJIMORISMO

La alianza congresal aproFujimorista culminará el ejercicio de su férreo y consecutivo control de la mesa directiva del Parlamento correspondiente al periodo 2006-2011, al inscribir con toda comodidad su quinta lista “multipartidaria”.

La lista oficialista es presidida por César Zumaeta, y la integran los congresistas Alejandro Aguinaga (Grupo Parlamentario Fujimorista), para LA PRIMERA vicepresidencia; Alda Lazo, por Alianza Nacional (AN), en la segunda, y Eduardo Espinoza, de Unión por el Perú (UPP), en la tercera.

Los representantes de la bancada aprista y sus aliados acudieron a cumplir con este trámite, ante la Oficialía Mayor del Congreso, minutos antes de las dos de la tarde. Entre ellos estuvieron el congresista y actual titular del Consejo de Ministros, Javier Velásquez; el vocero de la célula parlamentaria aprista, Mauricio Mulder, y los voceros legislativos de Unión por el Perú, Alianza Nacional y UPP.

La alianza entre el partido de la avenida Alfonso Ugarte y la agrupación del sentenciado ex presidente, Alberto Fujimori, se inició en el periodo 2006-2007 cuando la ex ministra de Educación, Mercedes Cabanillas, asumió la titularidad del Parlamento, en compañía de la Fujimorista María Luisa Cuculiza y los vicepresidentes José Vega (UPP) y Fabiola Morales (Solidaridad Nacional).

En el periodo legislativo 2007-2008, el APRA retuvo la conducción del Parlamento, con el triunfo de su congresista Luis Gonzales Posada, el mismo que estuvo acompañado de otra representante de la agrupación naranja, Martha Moyano, además de Aldo Estrada (UPP) y el tránsfuga ex nacionalista Carlos Torres Caro.

Ante la fraccionada y débil oposición parlamentaria, el actual primer ministro Javier Velásquez se hizo nuevamente de la mesa directiva del Congreso, versión 2008-2009, en dupla con el congresista Fujimorista, Alejandro Aguinaga, y junto a sus aliados Álvaro Gutiérrez, otro tránsfuga, y –otra vez- Fabiola Morales.

24 jul 2010

DOLOR Y TRISTEZA COMO NOTICIA

¿Cuándo descubrió la televisión la alta rentabilidad de las lágrimas en vivo y en directo y como noticias abridoras de sus noticieros centrales?

Los melodramas del cine primero y los radioteatros después fueron eficaces bombas lacrimógenas para todos pero había una diferencia fundamental: nosotros “sabíamos” que eso era mentira y que los guionistas apelaban a lo que se llama periodísticamente “fibras íntimas” para convocar un par de lágrimas y, por qué no, hasta un sollozo.

Pero hay un momento en la historia de la TV (punto de quiebre que no ubico pues no soy especialista) en que los periodistas se convierten en una especie de guionistas y transforman lo que antes era una noticia en un espectáculo que se rige más por los ritos y códigos de la dramaturgia que por los simples y venerables de la información.

Ningún noticiero local de hoy que se respete abrirá su escenario anunciando lo que ha pasado de importante y significativo en el país y mucho menos en el mundo, porque aquí de lo que se trata es de mostrar cómo lloran los demás por la muerte de sus seres queridos.

“¿Tenemos un buen velorio?” es probable que pregunte un editor a sus reporteros, a juzgar por las imágenes que nos ofrecen.

La política, la economía, los movimientos sociales, que antes eran las nuevas principales han sido definitivamente postergadas por el desfile de dolientes de padres de familia asesinados, niñas secuestradas, madres mal atendidas en hospitales, jóvenes secuestradas, desconocidos atropellados y muertos, autobuses desbarrancados, obreros abaleados por sicarios, empleados infortunados ultimados por “marcas”…

Y cuando no hay imágenes reales está la solución de la Dramatización del hecho en que actores reconstruyen el suceso.

El periodismo solía tener una respuesta ante reclamos por exageraciones: “sólo somos mensajeros… ustedes ponen los hechos y nosotros los contamos como noticia”. Y es verdad pero sólo parcialmente porque el buen periodismo jerarquiza, escoge y difunde lo significativo.

Es, en suma, el dolor como espectáculo.

Y en este orden de cosas hay también que llamar la atención sobre la pobreza convertida en atracción televisiva. Una vez por semana un programa de televisión lleva a alguna figura conocida para que comparta las penas y pesares de una familia que debe ser lo más mísera imaginable, y escogen tan bien que los pobres se sienten reconfortados de ver como hay más pobres que ellos…

Esto es lo que tenemos aquí: una televisión trivial, empobrecida, que -salvo raras excepciones- ha abandonado su rol informativo para convertirse en un espectáculo de miserias.
Escribe: Juán Gargorevich

18 jul 2010

TROPEZÁIS CON UNO QUE ROBÓ, GRÍTENLE LADRÓN

Acaba de editarse en Santiago de Chile, un diccionario que contiene y define expresiones coloquiales, vinculadas a prácticas corrientes de corrupción, utilizadas en el quehacer cotidiano.

Creía que Chile era el equivalente sudamericano de Suiza. Por excepción, podría haber en ambos países, uno que otro negociado, en temas de peaje o similares. No imaginé que la putrefacción ocupase, con tanta frecuencia, un espacio significativo.

Confieso cierta ingenuidad, a pesar que soy más viejo que un loro y de espíritu semiperverso. Sé que el Perú es eminentemente corrupto, aquí se percibe el hedor mientras uno camina por calles, avenidas y parques. Extiendo mi sospecha, que en realidad es certeza, a un país vecino del norte, a algunos países centroamericanos y al latino norteamericano, amén de varios estados islámicos, aunque los líderes dogmáticos apliquen estrictamente la ley. Posiblemente, a ese rigor punitivo, se deba la oleada migratoria a Ecuador, Perú, Brasil y Chile, donde se les conoce como turcos. Léase la novela de Jorge Amado, Gabriela clavo y Canela.

Para la publicación del diccionario de marras, se llevó a cabo un concurso a través de una página web. Colaboraron cerca de cincuenta mil personas.

Aparecieron términos como “aceitar la máquina”, muy usado en el Callao y por extensión en el Perú, por lo tanto no requiere explicación. Se ha incluido una frase que luce ingeniosa, “hace bailar la culebra”, que define al funcionario que lleva a cabo un acto ilícito, motivado por el dinero que ha recibido bajo mesa.

“Sólo los pajaritos cantan por amor”, alude a que ningún favor es gratuito en esta vida. Incluso las visitas a la salita del SIN tuvieron un fin protervo y ruin, en detrimento del bienestar social.

“Ese chancho no da manteca “es la expresión apesadumbrada del funcionario que no consigue un soborno, a pesar de sus insinuaciones, alusiones y rodeos.

En Internet no he conseguido más información, pero acabo de pedirle a un amigo Chileno me remita la publicación. A la vez la pondré en manos de Lourdes, para que se interiorice en el alma de su más encarnizado antagonista y vaya conociendo el idioma que habla en casa, con esto último me refiero a su entorno íntimo, no propiamente al hogar. Para que Lulú evalúe, también, el discurso aparentemente técnico con que aparece en los medios.

“Si con caldo mejoras, caldo y caldo a todas horas” decía mi abuela materna a los nietos enfermos, mientras nos engullía una detestable sustancia de carne, que para ella constituía remedio para todos los males. Lourdes debe acomodar ese consejo familiar en consigna política. Ella sabe que los defectos del rival, que son muchos, deben restregársele en la cara tres veces por día, hay que ser reiterante y recurrente. Sabe también que el fulano es una suerte de packman, de voracidad incontrolable, que necesariamente llenará sus arcas personales, en detrimento de esta ciudad capital de diez millones de habitantes.

El candidato indeseado y millonario dará a conocer proyectos de gestión que repetirá hasta aprenderlos de paporreta, encomendados previamente a profesionales competentes, a quienes cancelará honorarios con dinero mal habido, que le sobra debajo del colchón, en portafolios o cajas fuertes, mientras tanto se niega a justificar la danza de millones, con el pretexto que el Poder judicial no lo ha condenado todavía y no lo condenará (supone él) cuando sea alcalde de Lima. Nadie, quiero ser enfático y repito, nadie puede meter las manos en las arcas públicas y después vanagloriarse de una gestión eficaz o eficiente.

Si me atengo a lo expresado en un diario de circulación nacional, en la columna titulada Konchán se menciona que el candidato de la corrupción fue impedido en los últimos días de ingresar a un simposio acerca de su especialidad. No estaba invitado, posiblemente por pudor, toda vez que el evento se llevaba a cabo en el Palacio de Justicia. A pesar de lo expuesto, puso el grito en el cielo, profirió alaridos destemplados y señaló un panel publicitario, con la imagen de Lourdes, mientras gritaba que ella era la corrupta. ¡Habrase visto! Qué falta de composición de lugar. Es como si Susy Díaz pugnase por ingresar, a la fuerza, a un retiro de monjas clarisas, en el que se exaltase el recogimiento y la oración, como forma de acercarse a Dios.

No sólo es obligación de Lourdes, momentáneamente preferida por las encuestas. Candidatos como Susana Villarán y el pastor Lay, cuya sola presencia denota transparencia y honradez, tienen la imperiosa obligación, sin que esto signifique guerra sucia, de señalar con el índice al candidato de la corrupción, dejando de lado, como dijo González Prada, el “pacto infame de hablar en media voz”. Una persona decente no se luce por la calle con un individuo séptico y adulterado, tampoco alterna con gente de esa calaña. . Les ha tocado la mala suerte de competir con él y deben hacerlo, incluso pueden darle la mano en señal de civilidad, para después desinfectarse y golpearlo frontalmente, hasta desaparecerlo de la escena política.

Vino a verme un amigo y denunció, a quienes todos imaginan, por estar metido en el “traffic sound”. No puedo publicar hechos que no puedo probar a cabalidad, indicios sobran pero no me resultan, aún, suficientes para argumentar con abrumadora lógica jurídica en un debate, pero sonreí, no por el mal viviente, sino por el término, que puede enriquecer el diccionario Chileno, nombre que en su inicio se refirió a un grupo musical, si es que todavía me funcionan algo las neuronas.

“Tropezáis con uno que robó, grítenle ladrón”. La recomendación no es mía, sino de don Miguel de Unamuno, cuyas virtudes no puedo resaltar porque sería ofender a los lectores. Si se tropiezan con él, grítenle ladrón, Si no está en la cárcel es porque viene dilatando los procesos, pero terminará oliendo a óxido de hierro. Estáis autorizados por el valiente y lúcido Rector de Salamanca y por vuestras conciencias.
Escribe: Alberto Massa Gálvez

DE TARATA A LA CANTUTA

En estos días se han conmemorado 18 años de dos grandes tragedias: el coche-bomba de Tarata, donde murieron 20 personas, y el secuestro y ejecución de 9 estudiantes y un profesor de la Universidad Enrique Guzmán y Valle La Cantuta. Ambos hechos sucedieron uno tras otro. Pero no ha habido, esta vez, y tampoco nunca antes, una conmemoración en conjunto de todos estos muertos sin justificación. ¿Por qué? Seguramente se podrá decir que hay un sector que aún cree, o le conviene creer, que los universitarios algo tenían que ver con lo que pasó en Miraflores (más o menos como los yanquis creían que el misterio de los aviones estrellados contra las Torres Gemelas estaba en Afganistán o en Irak), y otros pensarán que cada quien se conduele con lo que cree conveniente.

Pero esto no va a quitar la sensación de que hay distintos tipos de muertos de la violencia en este país, aun cuando unos y otros hayan caído sin armas en la mano y sin opción para defenderse. Y el problema no comienza en lo que pueda creer la gente a la que se le remueve continuamente imágenes sobre lo que podría ser el regreso a un enfrentamiento armado como el de los 80 y 90, sino en el Estado que ha sido incapaz de ayudar a abrir un camino para empezar a superar un período aciago bajo cuya sombra no se puede vivir eternamente. Esta semana desfilaron en Lima personas que venían directamente de las poblaciones afectadas por la guerra a las que se les ofreció y no se les cumplió en otorgarles distintas formas de reparación o compensación por los daños sufridos. ¿A alguien de las autoridades que organizaron el recordatorio de Tarata de este último viernes, se le pasó por la cabeza invitar a algún representante aunque sólo fuera para establecer puentes entre las distintas realidades del Perú que fue sacudido por la guerra?

He conocido por razones de este oficio a policías de la dirección contra el terrorismo y de la unidad de desactivación de explosivos, de los peores años de destrucción y muerte, entre ellos varios discapacitados, enfermos o afectados de distintas formas, también a las viudas de otros que murieron en una explosión cuando trataban de desactivar una bomba o asesinados sin esperar un tiro. Y todos ellos llevan alrededor de veinte años yendo de aquí para allá para que el Estado les pague lo que les debe (¡), ya que una ley de 1987 ordenaba remunerarles con una bonificación de 100% sobre sus salarios a quienes realizaran acciones con riesgo para su vida e integridad física.

A ellos tampoco los invitaron a Tarata, aunque tal vez con su presencia hubieran enseñado que el deber de los peruanos es evitar que la tragedia se repita, y que eso sólo se puede lograr en un país que no esté dividido y enconado como el que hemos visto saltar en los últimos meses sin que hubiera razón para ello. Es posible que el ministro del Interior y el jefe de la Policía, piensen que sólo se trata de 300 oficiales y suboficiales, y que pueden ignorarlos a pesar de los mandatos judiciales y administrativos. La última vez fue en diciembre del 2009, cuando tenían el dinero para pagar y lo destinaron a otra cosa. Fue una cachetada, similar a las que han recibido otros soldados y policías de otros episodios de nuestra historia. A ellos los mandan a morir y a sacrificarse, para enviarlos luego al total olvido.
Escribe: Raúl Wiener

EL GOBIERNO Y SUS FANTASMAS

En el mes de la patria, el Perú puede describirse como un país de fantasmas del gobierno. Por un lado deambula Velasco amenazando no sólo con límites agrarios a la santidad del mercado sino también con amenazas estatistas, según acaba de describir la próxima campaña nacional un diario capitalino.

Por otra acera deambula un fantasma terrorista distinto al grupo armado real que se esconde en la selva y que nadie puede detener, y que ha dado origen a un insólito señalamiento entre los políticos criollos culpándose ni más ni menos que “acatar” (escucharon bien, acatar) un fallo de una Corte Internacional de derechos humanos, del mismo rango a la que estamos acudiendo para resolver el diferendo con Chile y donde decimos que cualquiera sea lo resuelto hay que acatar.

Hay otros fantasmas que creemos preciso señalar: los religiosos ecologistas que han reemplazo a los que antes eran señalados con los religiosos “rojos”, y que algunos creen que si se les echa del Perú se acabarán las protestas indígenas. Algo así como decir que sin el religioso británico Paul Mc Auley no habría habido el conflicto que enlutó el país el 5 de junio, porque los nativos hubieran abandonado la Curva del Diablo a LA PRIMERA orden del gobierno.

Otros fantasmas son los supuestos radicales de Puno y quizá también algún dirigente de construcción civil.

¿Reflejan estos temas lo que realmente está pasando en el país? Veamos alguno de los puntos anotados. En los años 70, las normas de reforma agraria llegaron en su momento más duro a fijar el límite de tierras en la costa en 150 hectáreas. Del Castillo propone 40 mil y García pide tamaño libre. ¿Es este un debate verdadero? Pero la pregunta fundamental es: ¿no tiene que ver la democracia con la propiedad de la tierra? ¿Puede haber libertad para otros factores productivos si se acapara la fuente de producción de alimentos y el agua?

Velasco ya es historia. Pero el presidente García, el premier Velásquez, el ex premier Del Castillo y otros están definiendo el Perú del futuro, reconstruyendo concentraciones territoriales muchos mayores de las que existían en los años 20 y condujo a la formación del APRA bajo la consigna de la nacionalización de la tierra y las industrias.

Otra mentira es que la Corte favoreció a los terroristas. Tanto no lo hizo que debió forzar su tradición jurídica para que la anulación de los aberrantes juicios del fujimorato (sin derecho de defensa) no diera lugar a excarcelación de los procesados, que siguieron en prisión hasta el nuevo juicio y al cumplimiento de su sentencia.

El reconocimiento de costos a los padres de Berenson por 36 mil dólares no tiene, por ejemplo, punto de comparación con el otorgado al ex brocker de Seguros Gustavo Cesti, arbitrariamente acusado de fraude, negligencia y desobediencia, e internado en una prisión militar bajo el gobierno de Alberto Fujimori. Eso nos está costando una reparación de 25 millones de dólares para Cesti, 10 millones para su esposa y 5 millones para cada uno de sus hijos, más intereses. ¿Y quién es responsable de eso? ¿La Corte? ¿O el gobierno de Fujimori?

16 jul 2010

EL FENOMENO JAIME BAYLY

El periodista César Hildebrandt echa más leña al fuego sobre la posible candidatura presidencial de su colega, el también escritor Jaime Bayly, y asegura que el éxito que está teniendo el “Francotirador” en los sondeos de opinión es el resultado de la falta de instituciones que consoliden la democracia en el país.

“Es la ruina de la política peruana y el desastre de la educación aquello que explica, en el fondo, el fenómeno Bayly”, indicó Hildebrandt en su columna diaria.

“Si los partidos (políticos) son siglas, vientres putos de alquiler, aglomeraciones sin ideas claras, o maquinarias enormes donde las elecciones internas se manipulan y envilecen –tal es el caso del Apra-, ¿qué pueden pensar los desafectos más jóvenes? Pues que un revulsivo esperpéntico nos puede caer bien”, señaló.

Para Hildebrandt, sin embargo, los planes de gobierno de Bayly aseguran el continuismo económico y no enfrentan los problemas de fondo. “Bayly propone terminar de vender el país y, al mismo tiempo, plantea una revolución. Esa revolución, sin embargo, se detiene en el matrimonio gay, o en el concordato con Roma. Quietismo en lo económico –para que acabemos de cerrar lo poco de industria que nos queda- y audacias de segunda para el cojudeo.

“Bayly es un astuto fruto del desánimo de muchísimos jóvenes, de su asco por la política, de su rechazo a la farsa. Que quienes rechazan la farsa apuesten por Bayly parece una ironía autoinfligida”, comentó.

11 jul 2010

EL HABLADOR

Rafael Rey habla de indemnizaciones, curas extranjeros, espías en Estados Unidos, ONG, Universidades, pesca, píldoras del día siguiente, etc.; pero en Defensa, que es su encargo, le andan metiendo proveedores trafa, armas que disparan para atrás, tanques para desfiles y bajas en el Vrae, donde no tiene la menor idea de lo que se debe hacer.

Rey, como García, habla de todo, hasta de lo que no le preguntan. Pero el presidente habla porque cree que así domina a la gente (esta semana dijo que sus críticos envidiaban sus cualidades verbales), mientras el ministro lo hace por necesidad de la derecha militarista y confesionaria de hacerse escuchar, conscientes que sus otros voceros posibles: Giampietri, Cipriani. Kouri, no pueden meterse en todos los temas como lo hace él.

Rey ha sido desde Fujimori, el agente de una alianza discreta entre la reacción extrema con lazos con la jerarquía de la Iglesia, núcleos duros de las Fuerzas Armadas y grupos empresariales, con los gobiernos de turno. Y la razón por la que habla tanto, no es una mera vocación por el ridículo, sino una tarea política para crear una opinión a favor de decisiones gubernamentales represivas que son la sustancia de su propuesta.

Algunas perlas recientes pueden servir para mostrar lo que esto significa: el caso de la indemnización que la familia de Lori Berenson recibió como parte de la sentencia de la Corte Interamericana que anuló el juicio militar que la condenó a cadena perpetua como si fuera un “mando del MRTA”, no fue ningún premio porque la beneficiada no fue liberada como hubiera ocurrido en otras circunstancias, sino sometida a un nuevo juicio en prisión, y el pago fue en resarcimiento colateral por los gastos en el proceso, que corresponde a todos los casos en los que se declaró la violación de las garantías de derecho.

Pero, a pesar de ello, lo que tenemos en el Perú es un ministro denunciando al ex presidente Toledo por haber “acatado” una sentencia internacional a la que el Perú estaba obligado y lo dice cuando el Perú se encuentra en pleno trámite de una demanda ante la Corte de la Haya, sobre los límites marítimos con Chile, a la que se supone que los dos países tendrán que someterse cualquiera sea el sentido de lo resuelto. ¿Puede haber algo más estúpido, que dar a entender desde el seno del gobierno, que los fallos pueden ser dejados de lado, porque no nos gustan, o porque sirven para hacerse de una bandera política?

El caso Mac Auley es, por otro lado, el de un religioso comprometido con las poblaciones indígenas y sus demandas para la defensa del medio ambiente, frente a la actividad de las grandes empresas extranjeras que explotan los Hidrocarburos. El gobierno que ha descalificado a los indígenas como “perros de hortelano” y “manipulables”, ha decidido arbitrariamente culpar a Mac Auley por el hecho que la gente no acepta su política de concesiones e impunidad para las petroleras. Y Rey, por supuesto, mete el pico para hablar de un supuesto derecho del gobierno de turno para echar a los extranjeros, porque le da la gana.

¿Qué extranjeros? A los que no simpatizan con el régimen o los que sin haber protagonizado un solo acto de violencia, ejercen su derecho a opinar y apoyar las causas que consideran justas. Ya sabemos en qué clase de país quiere Rafael Rey convertir al Perú. Lo leemos todos los días en “Correo” y otros diarios.
Escribe: Raúl Wiener