10 jul 2009

¿A DÓNDE VA HONDURAS?

La ruptura del orden constitucional en Honduras pone en evidencia que la cultura golpista sobrevive en América Latina. Bastó que el presidente Zelaya decidiera llamar a una consulta popular para que los militares en complicidad con la CIA, el poder judicial y la oligarquía tomaran el control para establecer un gobierno de facto encabezado por el derechista Roberto Micheletti.

Los usurpadores de la soberanía popular históricamente han utilizado un lenguaje demagógico y seudo democrático para legitimar regímenes dictatoriales. Aquí, pasajes del discurso de Micheletti y del dictador chileno Augusto Pinochet, no hay mucha distancia.

Micheletti: “Están hablando de un golpe de Estado, aquí los tres poderes están funcionando, no ha habido un golpe de Estado; el país y la mayoría de sus ciudadanos respaldan la sucesión democrática”.

Pinochet: “Siempre he sido un demócrata, no soy militar golpista, tirano ni dictador. Ante la tentativa del marxismo de infiltrarse en las Fuerzas Armadas, tuve que decidir si debía ser leal con la patria o con el presidente Allende”.

Micheletti: “Hace tiempo no veía un entusiasmo como el que ahora tienen los hondureños. El pueblo dejó de tener miedo a un gobierno que nos quería llevar a la izquierda; nosotros queremos vivir en una derecha progresista”.

Pinochet: “Con enorme inquietud recibí el triunfo del candidato de la equivocadamente llamada Unidad Popular y con creciente angustia presencié cómo en Chile se deterioraba su consistencia social, moral, económica y política”.

Micheletti: “A todos esos países que nos amenazan les diría que si nos van a invadir se van a encontrar con un ejército de 7,5 millones de soldados, que es la población que tiene Honduras, dispuestos a defender la patria, el territorio, las leyes y la constitución”.

Pinochet: “Este es un país de gente cálida que ama la libertad; por eso rechazó al comunismo cuando intentó tomar al país; una larga lucha de la cual nosotros formamos parte”.

Micheletti: “El presidente Zelaya estaba llevando el país hacia el “chavismo”, ese modelo que no es aceptado por los hondureños. Si Zelaya hubiera seguido en el poder desgraciadamente hubiésemos tenido la mala suerte de caer en un orden anárquico”.

Pinochet: “En ningún momento ordené el fusilamientos de personas, había una Junta de Gobierno, solo en defensa propia se podía abrir fuego”.

Micheletti: “Zelaya desobedeció a la Justicia y al Congreso después de que los tribunales declararon ilegal la consulta que pretendía llevar a cabo. Yo me reuní con él muchas veces para intentar convencerlo de que diera marcha atrás pero no hubo forma”.

Pinochet: “¿A quién le tengo que pedir perdón? a nadie, ellos tienen que pedir perdón, todo lo que hice lo haría de nuevo. No tengo odio ni rencor, soy bueno, me siento un ángel”.

Micheletti: “Demos gracias a Dios por haber permitido que la democracia no se interrumpiera en nuestra patria, los héroes de esta jornada democrática son nuestro ejército. El 90% de los hondureños están contentos con lo que ha pasado al país porque se trata de una sucesión constitucional”.

Pinochetti: “Gracias, patria mía, he sido tu soldado y ello me hace feliz.”

Micheletti: “Nosotros vamos a explicarles a los organismos y a los países amigos que aquí no ha habido un golpe de Estado. El país y la mayoría de sus ciudadanos respaldan la sucesión democrática. Estamos orgullosos de lo que hemos hecho”.

En efecto, detrás del golpe militar en Honduras está la mano de la oligarquía que ha convertido al pueblo centroamericano en una república bananera, base política y militar que lleva la firma y la marca indeleble de la CIA.

La ofensiva norteamericana está orientada en crear un clima de inestabilidad política en la región, el caso hondureño no es un hecho aislado. La CIA opera con total libertad, sus informantes y colaboradores se mueven como pez en el agua.

En América del sur los gobiernos de Perú, Chile y Colombia son cabeceras de playa del imperialismo norteamericano. Alan García es el aliado estratégico de la CIA en el pacifico sur.

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