
Poco va a ayudar Israel a Obama, más va a pesar su compromiso militar de proteger intereses estadounidenses en el mundo árabe y garantizar su libre acceso al petróleo en esa zona del planeta, del cual también viven Israel y su arrogancia.
Después del criminal bombardeo israelí de una escuela gestionada por Naciones Unidas, en el campo de refugiados de Yebalia, el repudio internacional a las masacres israelitas ha obligado a la secretaria de Est

El presidente palestino, Mahmud Abás, ha instado ante la ONU al levantamiento del bloqueo de Gaza y al despliegue de observadores internacionales, pero, para variar, EEUU impidió, el sábado pasado, que el Consejo de Seguridad emita una declaración por el cese de la violencia.
Tampoco contribuye a la paz el silencio cómplice de la Comunidad Internacional, que reacciona con más urgencia para salvar bancos y empresas transnacionales que seres humanos, y que se lava las manos ante la destrucción salvaje de un territorio con sus habitantes y sus bienes, sus hospitales, escuelas y mezquitas.
También, por cierto, es imperdonable la torpeza de Hamas que no entendió que su victoria democrática sobre Al Fatah, en 2006, obligaba a trabajar por el bienestar, la prosperidad y la paz de su pueblo

¿Podrá Obama terminar con el guerrerismo irracional de Bush y de Israel, podrá hacer entrar en razón y en el siglo veintiuno a Hamas, convencer a sus paisanos que tiene que asegurar el bienestar de la gente más que de los bancos y que eliminar los miedos de su pueblo a nuevas quiebras masivas, y a perder sus casas y sus empleos?
¿En verdad, no hay solución militar para Gaza, sino solución política. Y para esto es mejor trabajar con las almas que con las armas?
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