19 sept 2008

ALCALDESA EN JAQUE

La gestión de la controvertida alcaldesa Marina Sequeiros ha sido autoritaria, demagógica y burocrática; 540 días de frustración, desencanto, crisis, desgobierno y conflicto, que terminó con el pedido de vacancia por casos de nepotismo.

La alcaldesa provincial no tomó pulso a la impopularidad en tan corto tiempo, menos de un inevitable desborde social ante el descrédito generalizado; la demagogia obedecía mas al manejo y habilidad política para mantener en vilo a la opinión publica que recuerda y evoca con nostalgia la figura de Carlos Valencia.

El cambio fundamental entre la administración de Marina y Valencia ha sido básicamente, uno de estilo en el discurso, pero carente de pragmatismo y profundidad que recupere la confianza en la ciudadanía; sin esa confianza recuperada no tendrá mas capital político para emprender las grandes reformas que espera el pueblo.

La municipalidad del Cusco transita por la ruta del naufragio y la lupa crítica del pueblo, la ciudadanía percibe aires turbulentos y un entorno contaminado, de funcionarios con un pasado controversial que aumenta el descrédito y, por otro, el acelerado copamiento familiar y partidario de puestos de trabajo.

Los grandes cambios y reformas no se han emprendido en metas de política de inversión publica y desarrollo humano; el gobierno municipal no ha logrado recuperar la confianza; capital político necesario para generar un profundo y verdadero compromiso de hacer viable un buen gobierno.

El juicio de valor que se hace de los 18 meses de gestión no es la voz de cierta intolerancia o la falta de memoria para lanzar ataques incisivos; cualquier ciudadano tiene la libertad para decir lo que le ocurre y evaluar una gestión que deja muchas dudas, asumir riesgos sin miedo a los dardos que podría venir de algún osado por expresar una critica.

El balance resulta poco alentador por los hechos negativos que sucede, es natural que la población tenga una percepción controversial de una gestión que carece de viabilidad; los discursos viscerales son valederas en épocas electorales pero cuando uno esta en el poder se convierte en una careta simbólica muy importante para grandes sectores de la población que ve desde la pobreza el péndulo del reparto de empleo en la esfera del poder.

En efecto, Marina Sequeiros no supo medir la temperatura política y adaptarse a las circunstancias en tiempo real, el clima primaveral duro poco; actuación nada favorable y poco convincente para una autoridad que arrastra una carga pesada.

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