10 dic 2008

EL PLAN SIMON

Uno ve a Simon y da ganas de creerle que él no sabía de la acusación de terrorismo internacional que iba a reventar sobre la cabeza de Ollanta Humala y diversos líderes de la izquierda y que se estaba preparando entre la DIRCOTE, el Ministerio Público y un programa de la televisión adscrito a los sistemas de inteligencia, que el gobierno no persigue a nadie y que si lo hiciera él renunciaría.

Además cuando le ponen en la mano los documentos de otros reprimibles en Cajamarca y Cusco, presentados como agitadores antimineros y subversivos del magisterio, vuelve a buscar otra fórmula y dice que no hay persecución, sino seguimiento, que eso hacen todos los gobiernos. Así que hay que admitir que, de alguna manera, Simon le baja el impulso a los sectores más exaltados y macartistas del régimen, pero no puede desmontar los dispositivos armados y menos corregir abusos flagrantes como la carcelería de Roque Gonzales, un rehén del gobierno aprista.

Lo que quiere hacernos creer el primer ministro es que tiene algún poder en el gobierno y que no lo están manejando. Por eso se reúne con los líderes de Patria Roja y el PCP, que eran investigados por la policía especializada y estaban en la lista de recomendados para su detención. Pero no va donde Hernani para desactivar el montaje de una acusación que pretende involucrar a políticos peruanos en una red internacional de las FARC, los bolivarianos, el chavismo, etc. En los hechos está advirtiendo que, cuando se vaya, el huaico puede sobrevenir de inmediato.

No sé si tengo que poner por escrito que el gobierno sabe perfectamente que Raffo, Moreno, Auris, Roque Gonzales y otros, no son ni serán terroristas. Pero ese no es el punto. El gobierno necesita una “guerra antiterrorista” a su tamaño, para salir de perdedor: demostrar que pueden haber peores riesgos que la crisis económica; dejar claro que se está haciendo algo frente a la confusa matazón que ocurre en diversos puntos de la selva alta; introducir el miedo como estrategia contra la movilización social, etc.

Eso estaba en camino cuando sobrevino la necesidad de recurrir a Simon, para pasar el mal rato de las ratas, bajar el conflicto social de cara a la APEC, quitar apristas por un rato para volverlos a poner, probarle al fujimorismo y a la derecha pepecista que no se han acabado los aliados, enredar a la izquierda para meterla en el desgaste... Poco a poco, García aplicará el criterio de costo-beneficio para ver cuando se saca de encima a su premier de emergencia. Lo difícil es adivinar lo que pasa por la cabeza de Simon.
Escrito por Raúl Wiener/LA PRIMERA

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