
Además cuando le ponen en la mano los documentos de otros reprimibles en Cajamarca y Cusco, presentados como agitadores antimineros y subversivos del magisterio, vuelve a buscar otra fórmula y dice que no hay persecución, sino seguimiento, que eso hacen todos los gobiernos. Así que hay que admitir que, de alguna manera, Simon le baja el impulso a los sectores más exaltados y macartistas del régimen, pero no puede desmontar los dispositivos armados y menos corregir abusos flagrantes como la carcelería de Roque Gonzales, un rehén del gobierno aprista.
Lo que quie

No sé si tengo que poner por escrito que el gobierno sabe perfectamente que Raffo, Moreno, Auris, Roque Gonzales y otros, no son ni serán terroristas. Pero ese no es el punto. El gobierno necesita una “guerra antiterrorista” a su tamaño, para salir de perdedor: demostrar que pueden haber peores riesgos que la crisis económica; dejar claro que se está haciendo algo frente a la confusa matazón que ocurre en diversos puntos de la selva alta; introducir el miedo como estrategia contra la movilización social, etc.

Eso estaba en camino cuando sobrevino la necesidad de recurrir a Simon, para pasar el mal rato de las ratas, bajar el conflicto social de cara a la APEC, quitar apristas por un rato para volverlos a poner, probarle al fujimorismo y a la derecha pepecista que no se han acabado los aliados, enredar a la izquierda para meterla en el desgaste... Poco a poco, García aplicará el criterio de costo-beneficio para ver cuando se saca de encima a su premier de emergencia. Lo difícil es adivinar lo que pasa por la cabeza de Simon.
Escrito por Raúl Wiener/LA PRIMERA
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