10 dic 2008

PLATA PARA LOS RICOS

El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro, reza la frase que Antonio Raimondi no dijo. La expresión tiene, si embargo, algún sentido: El Perú es un país convertido en mendigo porque otros se llevan el oro. El Plan Anticrisis de Alan García es una promesa de más de lo mismo.

En efecto, el llamado Plan -que se basa en buena parte en créditos que, si llegan, inflarán la deuda externa- trae su pan de oro bajo el brazo: el Reglamento de las Asociaciones Público-Privadas, destinado a los empresarios que en el Perú suelen no tener empresa ni capital.

El supuesto Plan omite aspectos sustanciales como el estímulo al agro destinado al consumo interno.

En cambio, entrega a los grandes empresarios un regalo único en la historia de la economía mundial: podrán evitar impuestos si ejecutan obras públicas.

No sé por qué, pero tengo el pálpito de que muchas mineras, de esas que sí pagan impuestos, ya estarán pensando en construir vías que servirán a sus propios y exclusivos intereses, no al país o la región.

Algunos “empresarios” fracasados como Jaime Cáceres (CONFIEP) o simples lobbistas como Gonzalo Prialé tienen ya, por añadidura, a la vista apetitosos negocios: ayer publicó El Peruano el Reglamento de las Asociaciones Público-Privadas.

El Reglamento regula los alcances del Decreto Legislativo 1012 dado a conocer el 13 de mayo último, cuyo considerando principal afirma “que resulta indispensable contar con un marco legal que regule la participación del sector privado en la operación de infraestructura pública o la prestación de servicios públicos”.

Los interesados no se han recatado para decir que el capital privado debe ser el principal impulsor en la construcción de carreteras, puertos, aeropuertos y hasta servicios como el agua y los hospitales. Saben que van a ganar mucho dinero con el dinero del Estado (es decir, de los ciudadanos).

Como se decía en mis tiempos: “el vivo vive del zonzo, y el zonzo, de su trabajo”.

Rasgos fundamentales del Plan García son la improvisación y la incoherencia. Recuérdese que hasta hace pocos días él decía que el Perú estaba blindado contra la crisis.

Esto va a durar un año o un año y medio, repetía.

Esas fallas conceptuales se reflejan en el Plan: si la crisis va a ser de corta duración, ¿para qué pensar en el largo plazo?

El apuro ha obligado a considerar como un hecho el logro de créditos por US$3,000 y 7,000 millones. En un mundo donde el dinero escasea y hasta el FMI bordea la quiebra, ¿quién asegura la llegada de ese dinero?

Por último, desde que la crisis asomaba, hemos pedido seguir el consejo de Theotonio dos Santos: emplear parte de las reservas del BCR en planes de salud, educación y vialidad.

Además, para reanimar la demanda interna urge, ahora más que nunca, un aumento de sueldos y salarios.
Escrito por César Lévano/LA PRIMERA

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